Rubén Darío López
LA PATRIA | Pensilvania
Una acción de tutela busca callar las campanas y el reloj de la iglesia. Mónica Alicia Aldana Lema llegó a vivir a Pensilvania hace dos meses y ocupó una vivienda cerca del templo Nuestra Señora de Los Dolores. Ella interpuso una acción de tutela ante un juzgado para reclamar el derecho al silencio, a la paz y a la salud.
Según ella, “el ruido de las campanas le produce dolor de cabeza, migraña y estrés; además, que el reloj de la torre al anunciar las horas no le permite conciliar un sueño reparador en las noches”.
La abogada Carmenza Holguín, apoderada de la Parroquia, respondió a la tutela que está en curso. Integrantes de grupos católicos y líderes de la comunidad recogen firmas de apoyo para que las campanas y el reloj sigan sonando.
Por redes sociales circulan poemas y escritos literarios de pesilvanenses en los que resaltan la tradición de las campanas para llamar a misa, a funerales, a ceremonias y, en noviembre, a orar por los difuntos doblan todos los días a las 8:00 p.m. como se hace desde hace décadas. También hay voces que invitan a hacer un plantón y una marcha pacífica y silenciosa por las calles.
“Estoy revisando cuáles derechos fundamentales siente vulnerados la señora accionante y si verdaderamente esto ocurre por el sonido de las campanas, ya que ella no prueba que el tañir de las campanas le producen dolor de cabeza y migraña, no anexa ningún certificado médico ni dictamen sicológico que así lo indique”, dijo la abogada Holguín.
Afirma que la señora pudo intentar primero derechos de petición ante la Secretaría de Gobierno o la Inspección de Policía. “Aunque jurídicamente la costumbre no hace ley, sí se trata de la idiosincrasia de un pueblo que tiene al campanario y al reloj como ícono cultural y orgullo de la comunidad”, precisó la abogada.
La acción legal fue interpuesta contra la iglesia católica de Pensilvania, pero el despacho judicial vinculó también a la Alcaldía y a la Diócesis La Dorada Guaduas. LA PATRIA confirmó que el alcalde, Jorge García, y su equipo jurídico preparan un documento de respaldo a la Parroquia.
El párroco, José Libardo Flórez Cuartas, llamó a la calma a los feligreses. Manifestó que le parece improcedente esta acción. “No podemos quedar sometidos a la dictadura de una minoría; porque entonces dónde queda el sentir de la inmensa mayoría de pensilvanenses que incluso se sintieron felices cuando las campanas volvieron a sonar después de estar cinco meses mudas por culpa de la pandemia. Para silenciar las campanas y el reloj, primero nos tienen que vencer en juicio”, precisó.
Apoyan el sonido
Yolanda López, empleada
Considero esto como un atropello a la idiosincrasia de la comunidad católica de Pensilvania, porque desde los colonizadores antioqueños con su capilla las campanas suenan sin perjudicar a nadie y hacen parte del vivir diario del pueblo. Si le molestan las campanas, se puede ir a vivir a una parte del pueblo donde no se escuchen.
Juan Carlos Pamplona, artesano
Las campanas suenan desde la fundación de Pensilvania y las horas del reloj lo hacen desde 1967 cuando el padre Cosme Cañas hizo instalar el reloj de la torre, por lo tanto esta tutela aunque es respetable, es un ataque contra la comunidad. La parroquia tiene el apoyo de la gran mayoría del pueblo.
Patricia López, docente
Las campanas y el reloj son tradicionales para llamar a misa y marcar las horas. Es cuestión de costumbre y no me parece pertinente que una persona foránea venga a demandar por un sonido que es agradable para la mayoría de gente.
Carlos Humberto Martínez, pensionado
Tenemos libertad de cultos, de manera que la accionante allá con sus tradiciones, y nosotros con las nuestras, dentro de la mayoría católica. Creo que está atentando contra el patrimonio religioso y cultural de Pensilvania.
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