LA PATRIA| MANIZALES
“Pasamos por todas las cosas que se pueden hacer y producir en el campo. ¿Qué no hemos hecho?”, señaló con vehemencia Carlos Arango, de Agroindustrias AM, con sede en Pácora, cuando empieza a hablar de lo que fue su recorrido, con muchos tropiezos, hasta llegar a ser el empresario que es hoy.
Trabajó con ganado (no de grandes extensiones), café, plátano, cítricos, piscicultura, ganado estabulado, aves, apicultura, hasta que le encontró la comba al palo, como se dice popularmente, con el aguacate.
“El problema de todo eso es que esos que tuvimos fueron para mercado nacional y es perverso para los productores, los precios suben dos o tres veces, y caen 10 en el año, pero siempre ganan todos, menos los campesinos”, contó.
Recorrió todos esos productos, junto a su esposa, Alba Múnera, buscando un negocio que fuese bueno, que les sirviera y por fin llegó al aguacate, que lo veía como una opción muy buena.
Pero le preocupaba mucho, hace 15 años, cuando empezaron, que toda la gente que lo había sembrado no salía adelante y solo les quedaba la motosierra.
“Arrancamos en Pácora con una lechería en el Alto de la Virgen y compramos 9 aguacaticos para ver si el Hass sí servía acá. Según lo que habíamos averiguado servía para exportar. Lo sembramos y nos dio buen resultado. Empezamos a visitar cultivos en todas partes, para ver cómo funcionaba, pero seguíamos con temor. El capital que teníamos era poco y comprometerlo ahí era difícil. Sembramos café, pero fue otro fracaso, nunca libramos la inversión”.
Recordó que Jorge Campuzano, de Manizales, lo metió al aguacate y lo llevó a un día de campo. Era un convencido de este producto y le quitó el miedo de arriesgarse.
“Me dijo: no siembre café, siembre aguacate. Empezaríamos con 2 mil, sin mucho conocimiento, creíamos que valían $2 millones, nos mandaron 570 arbolitos y costaron $20 millones. Si mandan los 2 mil, nos quiebran. Nos metimos al negocio, fuimos persistentes e hicimos un vivero para poder tener el material para sembrar más”, relató, al tiempo que comía guacamole con patacones, luego mandarina y tomaba café, productos propios de su tierra.
Tras construir el vivero empezaron a conseguir semillas criollas de todas las zonas para usarlos como patrón. Eso lo hicieron durante mucho tiempo, completaron 2 mil plantas, luego 5 mil, que sembraron en otra finca donde habían plantado café y así fueron creciendo, embarrándola, pero aprendiendo a cada paso.
“Es un negocio viable, rentable, productivo y creo que va a sacar a Colombia y al norte de Caldas de lo que hemos sido siempre: una región productora, con mano de obra barata que trabaja en grandes ciudades en lo que la gente no quiere; barrer, hacer huecos, pegar zapatos. Hoy la gente nuestra tiene una opción de quedarse y no marcharse por falta de oportunidades”.
“Esto es de persistir, insistir y nunca desistir. Ha sido duro todo este proceso. Hoy tenemos un negocio en el que existe un protocolo, que garantiza que es viable. A muchos les hemos dado asesoría y les trasmitimos el conocimiento adquirido en este tiempo. La primera cosecha fue de 890 kilos, de gran calidad, cuando nadie quería saber del Hass. La metí a una camioneta y me la llevé para la mayorista de Medellín. Nadie los quería comprar, deseaba tirarlos a rodar por una calle. Una persona me lo compró por lástima, a $800 el kilo”.
Sin embargo, tenían la mentalidad de que su producto era para exportación y prestaron plata para darlo a conocer, para ir a las ferias, dentro y fuera del país. Sacaron el primer contenedor de 10 toneladas a Europa, hace 10 años, en compañía con Rafael Madrid y con él lograron que mucha gente fuera a Pácora y se desarrollara la industria del aguacate.
Ahí se les abrió el mercado y empezó a crecer el de exportación. Consiguieron clientes y pudieron exportar cuatro contenedores directos para una empresa alemana. “Le pegamos al negocio que era. Las multinacionales más grandes del mundo nos hacen fila para que les vendamos los aguacates, era lo que siempre añoraba. Es una paradoja muy grande”.
Esta situación le cambió la vida al norte caldense, pero en especial a Pácora, donde se ve el crecimiento económico y social. Unas 200 personas tienen empleo fijo, con seguridad social, piensan en jubilación y en pensión. Mujeres que laboraban antes en cafeterías, de aseadoras por $12 mil, día y noche, hoy están en Agroindustria AM con mejores salarios y todas las prestaciones.
Varias son jefes de las cuadrillas en las fincas y han dejado de depender de hombres que las golpeaban.
Lina María Restrepo, es la jefa de Vivero desde hace 8 años, tiene 20 trabajadores a cargo y cuenta su experiencia.
“Trabajar acá es lo mejor, son muchas oportunidades para las mujeres. Antes era aseadora y esto me cambió la vida, tengo un empleo estable y es un cambio extremo. Dos de mis cuatro hijos laboran acá”.
Resaltó algo que la marcó. El año pasado llevaron a Coveñas a 138 empleados de la empresa (pacoreños, santandereanos, costeños y venezolanos), con todo pago, durante cinco días. “Eso fue una maravilla, así se motiva mucho al empleado”.
Arango dijo que es fundamental que los trabajadores sean los que mejor vivan en la zona donde están, pues eso compromete más a las personas con sus jefes y su empresa.
“Les dimos vacaciones, extras y todo incluido, solo cuatro conocían el mar. No fui con ellos, para darles la tranquilidad de que disfrutaran sin cohibirse”.
Por último, el empresario enumeró las tres frases que, consideró, lo han llevado a cumplir sus metas:
Carlos Arango, al hablar sobre los posibles daños del aguacate a los recursos naturales, explicó que en eso hay mucha desinformación y/o información sesgada.
“No se toman la molestia de mirar de dónde nacieron los aguacates y que son nativos de estas montañas. Con el aguacate montamos bosques de un árbol nativo que va a proteger y refrescar la biosfera y con eso aumentamos las precipitaciones. Este producto tiene huella positiva de carbono, una hectárea captura cinco toneladas de carbono al año, pruebas que se hicieron acá en la finca. Las raíces no tienen pelos absorbentes, come por los cinco centímetros nuevos de cada raicilla que produce. Por eso, si se pone en partes muy húmedas, se asfixia y se muere”.
El aguacate Hass deriva su nombre del cartero norteamericano Rudolph Hass, que gracias a los injertos que hacía en su parcela, logró un aguacate que tiene cosecha de larga temporada, aguanta el frío extremo, soporta el transporte y tiene larga duración luego de recogido.
Si bien el señor Hass falleció siendo un hombre pobre, su descubrimiento dio pie a que en 1935 fuera patentado e introducido en el mercado global en 1960. Ahora es la variedad más cultivada a nivel mundial, desplazando a otros aguacates como el Fuerte que llegó a ser el único que se consumía en USA y ahora solo tiene un 2% del mercado.
La Agroindustria presta su maquinaria cuando se requiere intervenir algunas vías rurales, en mal estado, y facilita una cantera en la entrada a la vereda La Palma para el uso de material de afirmado.
Lina Marcela Franco Martínez, ingeniera agrónoma y especialista en seguridad y salud en el trabajo, es pacoreña y lleva dos años y ocho meses en la empresa.
“Cuando estaba en mi carrera, al realizar la práctica me ofrecieron hacerla acá, además por el auge del cultivo. Me dejaron trabajando, ha sido una gran experiencia para mi crecimiento personal. En el campo se aprende mucho. Se ha generado un gran desarrollo”.
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