MANUEL VALENCIA
LA PATRIA | LA DORADA
Ha llegado la subienda a La Dorada y a Honda (Tolima), pero sin cumplir las expectativas que pretenden pescadores, comerciantes, transportadores, arregladores de pescado y el mismo consumidor.
El fenómeno de la subienda en el río Magdalena es una bonanza que es esperada durante todo el año para lograr satisfacer una economía que genera grandes fuentes de empleo en las ciudades ribereñas .
En Puerto Boyacá (Boyacá) casi ni se ha visto la subienda, dice Bryan Camargo, periodista. Sin embargo, en el puerto de las lanchas de La Dorada, ubicado en la plaza de mercado, los pescadores llegan con el producto de una noche de faena: bocachico, nicuro, bagre, mueluda, capáz, blanquillo son las especies que llegan a este puerto para ser comercializado.
Demorado
En Honda, municipio donde el pescado se entrega por la fuerte corriente del río es esperado desde diciembre y ha llegado demorado, afirman los pescadores.
“Gracias a Dios ha llegado, no como se esperaba, pero estamos viendo pescadito”, manifiesta Carlos Humberto Díaz Portilla, pescador.
La subienda este año no ha sido la bonanza añorada, porque es necesario que el río crezca y se desborde de octubre a noviembre para que logre salir grandes cantidades de peces de todas las especies de las ciénagas y empiece desde ese momento el fenómeno en el bajo Magdalena y migren hasta el alto Magdalena.
65 años pescando
Eduardo Montes Rondón con sus manos curtidas y su piel dorada por el sol es un hondano que a sus 91 años dice con nostalgia que la subienda ya no es como antes.
“Con una canasta en la orilla se sacaba llena de pescado, una atarraya quedaba tan llena de pescado que tocaba pedir ayuda para sacarla”, lo afirma con seguridad. “Eran muchos los pescadores que llegaban de diferentes partes del país y también las personas que comercializaban el pescado”.
Don Eduardo es conocido por los pescadores de Honda en la Avenida Pacho Mario. Hace ocho años no pesca porque está corto de vista y sus fuerzas no son las mismas a pesar de que su lucidez sigue intacta. Sin embargo, en su residencia vende nylon para hacer y remendar atarrayas y de esta manera se gana algunos pesos.
De sus nueve hijos, ocho están vivos y varios de ellos pescan. Se sienten orgullosos de que su padre goce de buena fama. Antonio Herrera, pescador de 83 años, afirma “jamás vi pelear a Eduardo y es un hombre que siempre se caracterizó por ser muy honesto”.
Toda una vida dedicada al difícil oficio de la pesca, más de 65 años, pero desafortunadamente no cuenta con una pensión, a pesar de ser el pescador más veterano de Honda.
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