FELIPE MOTOA FRANCO
LA PATRIA| Manizales
Fueron mucho más que fusiles y botas de intendencia. Fueron hombres y mujeres que cambiaron la vida de campesinos y habitantes de Pensilvania, Samaná y Aguadas: de Caldas. Fueron las Farc. Fue el abandono estatal. Fue la guerra. Y hoy, cuando las cifras dicen que el departamento está en etapa de posconflicto, exalcaldes de esos municipios recuerdan lo que pasó.
Era la segunda mitad de la década de los noventa cuando la guerrilla de las Farc se desbordó de Antioquia y comenzó a ganar terreno en el oriente y norte de Caldas. Los insurgentes del Frente 47, comandados por Elda Neyis Mosquera, alias Karina, provenían de municipios como Sonsón y Nariño. Pusieron sus ojos en territorio caldense por ser un corredor esencial en las rutas que comunican al Pacífico con el centro del país (río Magdalena) y Costa Atlántica. La topografía montañosa sería un aliado en su propósito de ganar terreno y huir a desbandada cuando la Fuerza Pública llegaba a combatirlos, si es que llegaba.
En 1995 y 1996 la guerrilla se tomó por primera vez corregimientos: Florencia, en Samaná y Pueblo Nuevo, en Pensilvania. Desde entonces, la guerra ya no fue más un forastero sino otro habitante. Los cultivos de coca, fuente principal para el financiamiento de la estructura militar de los alzados en armas, vinieron a sustituir buena parte de los aparatos productivos en los campos. Del café, el fríjol y el maíz, los campesinos se pasaron a la hoja que no mata, pero por la cual sí se mata.
"Mucha gente cayó en la tentación o en la obligación impuesta por la guerrilla de hacer este tipo de cultivos, que parecían mucho más rentables", indica Fabio Augusto Maya, exalcalde de Pensilvania (1998- 2000). Y aunque rentables en lo económico, resultaron costosos en lo social. Llegaron los paramilitares a luchar por el territorio, a pugnar por el dominio de los cultivos. El reclutamiento forzado, incluido el de menores, las desapariciones, los muertos, el desplazamiento forzoso: el coctel integral de la guerra tuvo forma palpable.
Bombazos y dolor
"El progresivo dominio de las Farc, que se tomó los corregimientos de Florencia, San Diego y Berlín, nos mantuvo sitiados. Las fuerzas del orden no parecían tener la voluntad de contrarrestar esa presencia", recuerda Fabio Hernando Arias, exalcalde de Samaná (1999- 2001).
Datos señalan que la mayor ola de violencia en Caldas se vivió entre 1999 y el 2008. Al inicio de ese periodo, se vivió uno de los hitos violentos con mayor recordación: la toma del corregimiento de Arboleda (Pensilvania), el 29 de julio del 2000.
Por aquel entonces el Gobierno de Andrés Pastrana adelantaba los diálogos de paz en El Caguán, y las Farc, más que negociar, aprovecharon para reacomodarse. "Nosotros como administración teníamos información de la comunidad que nos advertía de la presencia de la guerrilla y que estaban planeando algo grave. Recuerdo que hablé y le informé al ministro de Gobierno de la época, Humberto de la Calle, y le expliqué la situación, pero desafortunadamente no le pusieron la atención que esa información requería", comenta Maya.
Las advertencias se hicieron realidad y se estima que unos 200 guerrilleros azotaron, a punta de bala y cilindros bomba, el mencionado corregimiento. El saldo fue de 14 policías asesinados, uno desaparecido y 12 heridos. Alias Karina, quien se entregó a las autoridades en el 2008, fue condenada a 33 años de prisión por este hecho. "Uno se pone a hacer memoria y recuerda cada muerto, cada líder comunitario que mataron", agrega el exalcalde de Pensilvania.
Otros ataques tuvieron lugar en Caldas, como el de Montebonito (Marulanda, 2006) en el que los insurgentes destruyeron viviendas y cegaron la vida de un bebé de ocho meses y un policía (ver recuadro Asesinatos y secuestro). El conflicto menoscabó al departamento, con menos algarabía que las bombas, a través de otros hechos victimizantes como amenazas, secuestros, homicidios, desaparición forzada y desplazamiento, este último el hecho con más impacto sobre la población civil.
"El 19 de diciembre del 2001 fui víctima de un atentado de las Farc, a 10 kilómetros del municipio, en una emboscada que nos hicieron. Por fortuna salí ileso", apunta Arias, quien reconoce el dolor de haber visto a familiares y amigos muertos por los efectos de la guerra. "Muchos conocidos de veredas como Encimadas, La Ermita, entre otros, fueron asesinados por las Farc, obligados a abandonar sus tierras o, en algunos casos, sus hijos fueron reclutados para integrar las filas insurgentes", dice Jorge Iván Salazar, exalcalde de Aguadas en la época de transición y retiro de las Farc del departamento (2008- 2011).
Repliegue y diálogos
A punto de cumplirse dos años desde el inicio de los diálogos de paz en La Habana, quienes administraron algunos de los municipios azotados por la violencia de las Farc dan sus perspectivas sobre la situación que hoy se vive en las zonas de Caldas. Respaldo y optimismo pleno, frente a las negociaciones, es lo que se encuentra en sus opiniones.
De igual forma, mandatarios de la actualidad subrayan los cambios frente a la época más dura de la guerra y aseveran que Caldas va camino a entrar en una etapa de posconflicto. Descartan que la guerrilla se esté rearmando en zonas del departamento.
Fabio Augusto Maya, exalcalde de Pensilvania (1998- 2000)
"Puede que en zonas del oriente haya movimientos de 3 o 4 milicianos que se desplacen por el territorio y que son muy difíciles de controlar, pero no hay bloques o grupos grandes de guerrilla.
A uno que le tocó vivir ese tiempo de guerra, cuando solo se oía de ataques y muertos, siente el deseo de tener paz. Todo depende de las voluntades, porque negociar con la guerrilla no es fácil, ya que a veces piden cosas que no se les puede dar. De todos modos esperamos que se llegue a un acuerdo".
Fabio Hernando Arias, exalcalde de Samaná (1999- 2001)
"Yo viajo de manera frecuente por estos territorios y la gente no se ha quejado sobre nuevas presencias de la guerrilla. Puede que sí haya delincuencia común, más no grupos insurgentes.
Soy un pleno convencido de que el proceso de paz es el camino. No ha habido ningún conflicto que se haya resuelto a bala. Hay que negociar y ceder algo para conseguir la tranquilidad. Mi familia, mis amigos y yo, que fuimos víctimas y estuvimos en el municipio caldense más damnificado por el conflicto, apoyamos el proceso. Esto traerá importantes réditos económicos porque tenemos una zona rica en recursos naturales y humanos".
Jorge Iván Salazar , exalcalde de Aguadas (2008- 2011)
"Todo proceso de paz es complejo, pero Colombia debe darse la oportunidad. Las Farc están abusando de los colombianos, pero hay que hacer de la paz una causa común para que nuestros hijos puedan tenerla".
Jairo Antonio Ríos, alcalde de Pensilvania (2012- 2015)
"En los consejos de seguridad que se hacen cada mes, tomamos testimonios sobre la presunta llegada de guerrilleros. La Policía y el Ejército han corroborado que solo son rumores sin sustento.
La gente que ha recibido el impacto de los grupos al margen de la ley aboga por la paz. En cuanto a las posibilidades de éxito del proceso, yo espero que se logre, porque los colombianos no nos podemos seguir matando unos a otros, más cuando los campesinos son los que están poniendo los muertos de lado y lado".
Luz Idalba Duque, alcaldesa de Aguadas (2012- 2015)
"Las veredas que registraron altos desplazamientos forzados están poblándose otra vez con sus antiguos habitantes. Se está viviendo un edén de paz.
El proceso de paz debe preparar un posconflicto a plenitud, con inversión social y oportunidades de trabajo. Los municipios y pueblos pequeños todavía no tienen claro cómo afrontar ese posconflicto. El Estado colombiano debe hacer una estrategia de planificación para asumir esa nueva etapa".
Asesinatos y secuestro
Las Farc usaron el secuestro y el homicidio como mecanismos de intimidación contra los mandatarios de diversos municipios. Tres de los casos más recordados son:
-10 de febrero del 2002: la exalcaldesa de Marquetalia, Rubiela Hoyos, fue secuestrada y posteriormente asesinada en zona rural de esa localidad.
-23 de noviembre del 2002: Alberto Duque, exalcalde de Pácora, resultó secuestrado y luego fue liberado.
-16 de octubre del 2006: Rigoberto Castaño, alcalde de Marulanda, fue secuestrado y después asesinado en una zona rural conocida como Las Peñas.
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