LA PATRIA | MANIZALES
Disparos y dos explosiones despertaron a los habitantes de El Páramo, en el municipio de Marulanda, una fría noche del 2007. Hombres del frente 47 de las Farc corrían por las montañas y dispararon sin cesar durante dos horas. Los pobladores solo encontraron refugio en las oraciones y debajo de sus camas.
El ataque pasó y llegó la luz del día que dejaba ver los casquillos sobre el suelo. La información que sabían los habitantes era que hombres de las Farc se habían enfrentado con los de las Auc. Días después se supo que por el sector transitaban hombres de las mismas Farc y que por error de un "campanero" se había dado el enfrentamiento entre subversivos del mismo bando. El sujeto que tenía la labor de avisar fue asesinado y dejado en la vía días después.
Esta historia la recuerdan de forma intacta los pobladores de El Páramo, quienes durante años aguantaron las extorsiones y homicidios a familiares que efectuaban hombres de los 'paras'. "A la finca llegaban guerrilleros y decían que le mandaran dos o tres kilos de pescado al patrón. No sabíamos quién era el patrón, pero le mandábamos su comida", recuerda una habitante.
Los hombres de las Autodefensas eran dueños y señores desde el corregimiento de San Félix (Salamina) hasta Marulanda. Cobraban fuertes extorsiones y hasta amenazaron a un propietario de su finca para tomar el terreno como su centro de operaciones. El lugar era conocido como la Hacienda Palmira.
El temido reten
Y era precisamente al frente de la Hacienda en donde los guerrilleros instalaban un retén ilegal. Nunca se sabía a qué hora o qué día iba a ser, por eso pasar por el lugar generaba miedo, el cual todavía tienen muchos pues prefieren no decir su nombre al referirse a temas relacionados con la guerrilla y el conflicto.
Recuerdan que un día, en el retén, los hombres armados detuvieron un campero en el que viajaban 15 personas de San Félix a Marulanda, hicieron bajar al conductor y preguntaron que si alguno de los viajeros sabía conducir, una mujer contestó que sí.
La orden fue que ella se encargara de llevar al resto de viajeros a Marulanda lo más rápido posible, además, no informar en el municipio que ellos estaban en el sector. Cuando llevaban tres minutos de camino escucharon los disparos con los que asesinaron al conductor.
Relatan que los habitantes de esta zona en la época del conflicto no tenían más camino que ayudar a los grupos armados. "A las fincas llegaban los de las Farc y había que hacer lo que ellos dijeran porque o sino lo declaraban a uno objetivo. Lo mismo pasaba con los 'paras' y uno no sabía ni que hacer. Al muchacho del yip le pasó eso, le tocaba ayudarle a los dos grupos y vea, lo mataron".
Desde el 2000 los grupos armados ilegales se empezaron a tomar a Marulanda, en el 2003 la influencia de las Autodefensas se había apropiado de terrenos, ganado y dominaban la vía desde San Félix hasta el casco urbano del municipio. Muchos habitantes se fueron por temor a la muerte y no volvieron, otros aguantaron y lloraron a sus víctimas.
Entre los muertos más recordadas está el exalcalde Rigoberto Castaño Tovar, de 60 años, asesinado en la vereda Las Peñas, a 30 minutos del casco urbano, el 14 de octubre del 2006. El mandatario iba en su carro desde Marulanda a San Félix y fue interceptado por tres guerrilleros de las Farc, quienes lo asesinaron con impactos de fusil. La Sala Penal del Tribunal Superior de Manizales condenó a los campesinos Raúl Patiño y John Patiño por ser cómplices del asesinato, además a alias Tomás y Cristian y se investigó a la extesorera del municipio, encargada al parecer de dar información al grupo guerrillero sobre los movimiento del entonces alcalde.
Desde hace cinco años no se sabe de estos hombres armados en El Páramo, allí reina la cotidianidad. Los niños van a la escuela y portan ruanas para el frío, los hombres ordeñan y se encargan de cultivar truchas que nacen en el río Guarinó, las mujeres cocinan en fogones de leña y pasar por la Hacienda Palmira es solo un recuerdo negro de historias marcadas en la mente de los habitantes de Marulanda.
En Caldas*
Los siguientes grupos armados ilegales tuvieron influencia en el departamento:
Autodefensas (240 integrantes)
- Frente Cacique Pipinta
- Frente Ómar Isaza
ELN (120 integrantes)
- Frente Cacique Calarcá
- Frente Martha Elena Baron
EPL (25 integrantes)
- Frente Óscar William Calvo
Farc (600 integrantes)
- Frente Aurelio Rodríguez
- Frente Leonardo Posada
* Datos del diagnóstico regional de la situación de derechos humanos en Caldas, realizado por la Vicepresidencia de la República. Desde el 2008 estos grupos dejaron de tener presencia en el departamento.
Camino a la recuperación
Octavio Llano Ruiz, ovinocultor, tuvo que escapar de su municipio durante tres años, pues ya no aguantaba más las extorsiones y el miedo a que algún día lo asesinaran. Hace cinco años, cuando los grupos salieron de esta parte de Caldas, vio que podía volver a su tierra.
"La idea fue volver a organizar las tierras y reestablecer nuevamente la ganadería, no solo ovina sino bovina y también hacer cultivos. Las tierras se habían olvidado y ni los trabajadores ni los dueños podían volver a sus tierras, debido a la situación que tuvimos", expresa.
Al igual que Octavio, Alfonso Patiño también expresa que la gente ha venido recuperando la confianza y que esto ha sido un proceso difícil después de tantos años de violencia e incertidumbre. "Se han establecido nuevos hatos lecheros y se han recuperado algunas tierras para los cultivos. Se hace necesario continuar el repoblamiento del sector rural, ya que muchas tierras quedaron solas ante el desplazamiento forzado de los campesinos", afirma.
LA PATRIA consultó con Alfredo Sarmiento, exdirector de la Unidad Nacional de Consolidación Territorial, sobre la oferta institucional que hay para los departamentos afectados por el conflicto armado y donde la Fuerza Pública ha tratado de retomar el control.
Según él, el Gobierno definió nueve zonas de acción entre las cuales Caldas no aparece. La razón, según fuentes cercanas a esa dependencia, es que se priorizaron las regiones que más han sido afectadas por el conflicto armado, y definieron que este departamento, en particular el oriente, no clasificaba si se comparaba con las que sí incluyeron.
Las regiones escogidas son Montes de María (municipios de Bolívar y Sucre), Catatumbo (Norte de Santander), Nudo del Paramillo (municipios de Antioquia y Córdoba), Cordillera Central (Tolima), Cauca (municipios de Cauca y Valle), Arauca, Macarena-Caguán (municipios de Meta y Caquetá), Putumayo y Tumaco.
Por otra parte, Mauricio Andrés Restrepo, alcalde de Marulanda, dice que poco a poco se viene recuperando la confianza inversionista. "Ya los campesinos están retornando normalmente a sus actividades productivas. Se respiran nuevos aires de tranquilidad, ya que nuestro pasado fue difícil tanto en la cabecera municipal como en el corregimiento de Montebonito, quienes sufrieron las inclemencias de la violencia".
También, Jorge Montoya, jefe de la Unidad de Seguridad y Convivencia de la Gobernación de Caldas, explicó que hay un plan de acción con las víctimas que se implementará este año a través del Comité de Justicia Transicional con el que se busca caracterizar a las personas golpeadas por el conflicto sobre sus necesidades ya sean productivas o de reparación.
Fotos | Martha Monroy | LA PATRIA
Alcibiades Flórez, herrero de Marulanda, expresa que durante el conflicto se fue del municipio. Ahora retornó y realiza su oficio.
Del otro lado
Si por un lado de Marulanda estuvieron los paramilitares, por el otro lado (en la vía a Manzanares), hubo presencia de las Farc. En esta parte del municipio también recuerdan homicidios, quemas de fincas y múltiples extorsiones.
Gloria Grisales, de 52 años, vive en una finca del sector de Los Sauces. En la mañana del lunes pasado lavaba ropa y hacía el almuerzo para los campesinos que llegarían al mediodía. A esta finca llegó como agregada hace dos años y en voz baja comenta "hace años aquí vivía un señor con su familia y a él le empezaron a pedir plata hasta que se cansó y se fue para Manzanares. Estando allá, quebrado, un día se suicidó".
En esta vía una finca perfectamente puede estar a diez minutos de la otra, a media hora está el casco urbano de Marulanda y a una hora y media el de Manzanares. Aquí todavía está la huella de desolación y abandono que dejó el conflicto.
"Por acá solo se ven casitas solas o bodegas en donde antes almacenaban la papá. Lo que hacen los dueños de esas tierras es contratar a alguien que venga de vez en cuando y le dé vuelta a esas tierras, de resto por acá asustan", comenta Gloria.
Metida entre las montañas aún se puede observar una propiedad que fue quemada por guerrilleros de las Farc, dicen los habitantes de la zona que al dueño lo sacaron en la madrugada y le quemaron su casa. El señor tuvo que huir y nunca más se volvió a saber de él.
El recuerdo de un homicidio
Carlos Vidal trabaja en una pequeña finca, allí cría cerdos, tiene algunas vacas lecheras y galpones. Al preguntarle cómo está la situación en seguridad responde que "hace mucho tiempo no veo a esos señores por aquí". A los señores que se refiere es a los del noveno y 47 frentes de las Farc, que por años dominaron en este territorio.
Después recuerda "hace nueve años mataron a mi hermano Mauricio Vidal Muñoz. Sin razón llegaron y se lo llevaron y como a 100 metros de acá le metieron varios tiros. De eso nunca han investigado y el crimen se quedó así".
Milena, otra de las hermanas, también recuerda el homicidio de su familiar y dice que fueron años duros porque se vivía con el miedo de que en cualquier momento llegarían hombres armados y los matarían o les dirían que se fueran de su casa. Ambos hermanos se miran y coinciden en que en esa época les tocó aguantar porque "no había para donde irse".
Pedro Pablo Montoya, alias Rojas, en ese entonces miembro del frente 47 y encargado de la seguridad del miembro del secretariado de las Farc, alias Iván Ríos, a quien asesinó y como prueba de ello anduvo con su mano hasta que se entregó a las autoridades, confesó que “había una política de que a quien fuera forastero había que matarlo, eso había que consultárselo a los jefes supremos, pero era la política”.
Carlos continúa en sus labores diarias como partir leña para el fogón y Milena en la crianza de sus dos hijos, uno de ocho y otro de dos años.
Aunque no sucedieron en Marulanda, en esta región recuerdan el secuestró de la inspectora de Policía de Samaná, cometido en un retén ilegal, y a quien liberaron ocho días después. También el asesinato de la exalcaldesa de Marquetalia, Rubiela Hoyos Loaiza, a ella primero la secuestraron y después la mataron. O los homicidios de Israel Trujillo Cardona, José Nicolás Montoya, Nelson de Jesús Orozco Valencia, quienes según la guerrilla no pagaban las denominadas vacunas.
De la mente tampoco se borra la toma al corregimiento de Montebonito, ocurrida el 4 de marzo de 2006, en la que cerca de 75 integrantes de los frentes 47 y noveno de las Farc destruyeron el 70% de la población y asesinaron a un policía y a otras tres personas, entre ellas una bebé de siete meses. Por este hecho hay 27 personas condenadas a penas de entre 40 y 60 años de cárcel, algunos se acogieron a sentencia anticipada y tuvieron rebajas en la pena.
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