LA PATRIA | Manizales
En los oídos de los campesinos aún retumban las voces amenazantes de los asaltantes: "el que se quede con algo en el bolsillo, le pegamos un tiro". El hecho ocurrió el domingo pasado, pero los pobladores del corregimiento Encimadas y la vereda Guacamayal, en Samaná, temen que se repitan nuevos hechos delictivos. "Por aquí volveremos", fue la despedida de los dos encapuchados.
La noche del domingo 23 de marzo fue de terror para habitantes del noroccidente samaneño, en el oriente de Caldas. Dos sujetos, cada uno con dos armas cortas de fuego, irrumpieron a las 8:00 de la noche.
A esa hora se escuchaba la algarabia de niños y los festejos de los adultos en los bares, es decir, una comunidad relajada porque el lunes era festivo y no había que madrugar a estudiar y tampoco a trabajar.
El primer golpe de los desconocidos fue en Guacamayal. Allí le ordenaron a la gente entrar a una cantidad. "Entreguen celulares y la plata que tengan, no guarden nada".
Encimadas se convirtió durante casi 10 años, a finales de los 90 y mediados de la década pasada, en un corredor del frente 47 de las Farc. Extorsiones, secuestros, desplazamientos y asesinatos eran el pan de cada día. "Por acá se dice que aún hay fosas con campesinos y guerrilleros muertos en esa época", comentan en la región.
Lo aporrearon
Todos en Guacamayal obedecieron, menos un hombre que en medio de su borrachera se atrevió a confrontar a los delincuentes. Los sujetos le pegaron de manera repetida hasta dejarlo con varias lesiones.
En Guacamayal quedaron tan abismados que ni siquiera se les ocurrió avisar a sus vecinos de Encimadas que los forajidos podrían estar allí en 15 minutos, que es lo que se tarda la comunicación a pie entre los dos caseríos.
En Encimadas los hombres no encerraron a sus víctimas. "Fueron pasando por las casas y cantinas obligando a que les dieran plata y los celulares, claro que solo se llevaban los celulares finos".
Los campesinos de esta región se preguntan si son guerrilleros, exparamilitares o delincuentes comunes. "Lo único que sabemos es que llegaron encapuchadas, con pañoletas con colores del Ejército y sudaderas negras".
También aseguran que los dos sujetos, uno alto y fornido y otro bajo y delgado, no son de la región. "Ellos se destaparon la cara y por aquí aseguran que nunca los han visto ni siquiera en las ferias ganaderas".
Los habitantes de Encimadas, Guacamayal y demás veredas, localizadas cerca del río Tenerife, temen que la violencia regrese a la región. "Que venga la tropa (Ejército y Policía) y no nos dejen solos", concluye el clamor campesino.
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