El legado de Rosita la Santa en Anserma

LA PATRIA | Anserma

En Anserma existen muchas imágenes del Niño Dios, regadas en hogares, que guardan con recelo. Son reliquias codiciadas y, de cierta forma, veneradas por quienes las poseen.

Quien regaló estas imágenes fue Rosita García, más conocida en Anserma como la Santa. Este apodo se lo ganó Rosita, quien vivió en una humilde vivienda de la calle 14, entre carreras tercera y cuarta.

Cuenta Héctor Salazar, quien la visitaba con frecuencia, que ella tenía su propio altar y oraba con gran devoción. Ese altar contaba con varias figuras religiosas que muchas personas aseguran haberlas visto sudar, sangrar y moverse de manera inexplicable.

A sus más fieles amigos de oración, Rosita les regaló imágenes del Niño Dios. A ella, dice don Héctor, las imágenes le caían de la nada, algo inexplicable.

Mercedes Giraldo tiene una de estas y la mantiene en su cama. Ella dice, igual que Héctor, que en muchos casos el Niño Dios crecía de tamaño y sus mejillas eran rosadas cunado había buen ambiente y armonía en el hogar, y que se tornaba pálido cuando había conflicto en los matrimonios.

Héctor tiene en su casa un altar con varias imágenes que heredó de Rosita la Santa, entre ellas, el Niño Dios. Asegura que esta ha hecho milagros y que casi se le quema con una vela una vez que accidentalmente se estaba prendiendo con parafina la cuna donde permanece. Le mandó a hacer dos vestidos blancos.

Agrega que son muchas las personas que le rezan y le piden favores. Relató que en una oportunidad le entregó la imagen a una sobrina y la sostuvo en sus manos. El novio, que estaba con ella en la sala de la casa, se llenó de miedo, sufrió un choque. Luego dijo que vio que la imagen se había sonreído.

Don Héctor dice que mucha gente le pide que preste la imagen del Niño Dios para que amanezca en otra casa de un día para otro, porque la gente le tiene fe y hace milagros, pero él se niega a hacerlo.

En muchas casas de Anserma la imagen permanece acostada sobre las camas todo el año. Los devotos le rezan cada día y le piden favores que, según sus propietarios y devotos, les son concedidos por intercesión de aquellas imágenes que fueron bendecidas y se las regaló Rosita la Santa.