El diablo prende los ánimos

 Darío Augusto Cardona S

LA PATRIA| Manizales

En el año 1819 se fundó a las faldas del cerro Ingrumá el pueblo de Riosucio con dos plazas principales, a una sola cuadra de distancia. Los aborígenes de la región de La Montaña intervinieron, por primera vez, con sus ritos del culto a la tierra en la fiesta de los Reyes Magos, la cual venía de Quiebralomo.

En la mezcla resultante de cantos y danzas africanas con teatro sacro español y coreografías europeas surgieron, entonces, la “diversiones matachinescas” con leyes festivas que ordenaban la reconciliación de los antiguos rivales.

Hoy la corporación Carnaval de Riosucio crea el plan especial de salvaguardia (Pes) del Carnaval de Riosucio, con el fin de garantizar y proteger la supervivencia de una de las manifestaciones culturales más tradicionales de Colombia.

El fin del Pes es la reconstrucción y enriquecimiento del concepto de lo popular y autóctono basado en las historias del pasado, las miradas del presente y su proyección en el futuro. Este plan de salvaguardia requiere de políticas públicas y la intervención del Ministerio de la Cultura. Logrando de esta manera un sentido de pertenencia con respecto al Carnaval.

La organización tiene un aliado cuando inculca en los niños las tradiciones y desarrolla actividades como el carnaval para los niños, donde ellos se disfrazan y hacen decretos carnavalescos.

La tradición es parte fundamental de la supervivencia de la fiesta. Don Rodrigo Zuluaga Navarro, quien lleva unos 40 años participando activamente en el desarrollo del evento siendo cuadrillero, coordinador de las cuadrillas infantiles, matachín, alcalde del Carnaval y hoy miembro honorario de la junta, ha recibido diversas condecoraciones.

En el 2001 por llevar 10 cuadrillas, el cordón de oro del carnaval en el 2007 y el año pasado recibió el mérito cuadrillero Carlos Gil. Este año se le hará un reconocimiento por sus cuarenta años vinculado a la fiesta.