LA PATRIA | MANIZALES
Vivir al pie del río y de las alarmas que suenan para alertar de una emergencia producida por el Volcán Nevado del Ruiz ha relajado a los habitantes de la vereda Viejo Rioclaro, de Villamaría.
Para el simulacro de ayer a pocos asustó la alerta, que sonó a las 11:05 de la mañana. La gente que la escuchó siguió en sus actividades de arreglo de la casa o en trabajos del campo; los niños jugaban, las rutas del willis transitaban como de costumbre. Solo unos pocos se vieron por fuera de sus viviendas, esperando a saber si era algo real o formaba parte del anunciado simulacro. Recordaron el susto que les dio el Volcán en la erupción con emisión de ceniza del pasado 30 de junio de este año.
"Tóqueme el corazón. Eso a mí me da mucho susto. Aunque sé que es el simulacro, quedo como nerviosa después de escuchar la alarma", dijo Luz Mery Álvarez, que vive hace 18 años en Rioclaro.
¿Les dijeron qué tienen qué hacer cuando suene la alarma? La mujer respondió, "echar para arriba, para el plan en Nuevo Rioclaro".
¿Por qué no lo hacen? Ella agregó: "donde hubiera sido cierto, me muero. Como dijeron que era un simulacro todo el mundo está tranquilo".
Esta tranquilidad se sintió todo el día por esta zona ribereña. Dos vecinas de Luz Mery, Edilma Tabares y Laura Giraldo, indicaron que no iban a dejar las casas solas y que si fuera real actuarían de otra manera. Ninguno de los habitantes tenía careta y gafas de protección contra la lluvia de ceniza, ni botiquín ni pito.
Es decir, que si lo de ayer no hubiese sido un simulacro, el balance que se estaría dando hoy sería bastante grave, aunque los pobladores reiteran que en caso de un hecho real responderían distinto y que saben lo que deben hacer.
Primeros percances
William Aristizábal es de los que se negó a responderle al simulacro desde antes de que sonara la sirena. Cuenta que le tocó vivir la erupción del 23 de noviembre de 1985 y que ya sabe cómo es la cosa. "Ahora hay más tecnología y eso ayuda a que no pase nada grave. En estos casos me quedo tranquilo, pero si el río se seca, ahí sí, ¡ábrase para arriba!".
Mientras la gente seguía en lo suyo o recordaba las emergencias y avalanchas producidas por el Ruiz, llegaban los organismos de socorro.
Arribó primero un camión de la Cruz Roja, a las 12:30 del mediodía, con voluntarios de saneamiento básico y del grupo de médicos y enfermeras, más una planta purificadora de agua y una ambulancia de la entidad; adentro los actores que seguirían mucho más tarde el libreto de 10 heridos y un muerto. El calor de ese momento ya les despegaba el maquillaje con el que simularon heridas y lesiones graves. Todo el grupo siguió hacia Nuevo Rioclaro, no sin antes tener que hacer una parada para solucionar un percance con la camioneta que arrastraba la planta de unas dos toneladas de peso, que se les estaba safando.
Este movimiento tampoco motivó a la gente a desalojar. Según dijeron estos voluntarios el libreto indicaba que Viejo Rioclaro desaparecía con la fuerte avalancha.
Al lugar también llegaron, pero en moto, un paramédico y un enfermero de la Unidad Táctica del Ejército. Debido a la fuerte pendiente de ascenso a Nuevo Rioclaro uno de ellos, el que se veía de mayor peso, se tuvo que bajar del vehículo y terminar de subir a pie.
A la 1:25 ya estaba en la parte baja de la vereda otro grupo de la Cruz Roja haciendo evacuar a la población, pero eran conscientes de que no podían obligar a los que se negaban. No obstante, a los pocos minutos un voluntario de este organismo reportó por radioteléfono, en comunicación con la sala de crisis departamental, que en esa zona ya estaba evacuado el 70% de la población.
Al caminar hacia el poblado se veían puertas y ventanas abiertas, fogones de leña encendidos y humeantes e incluso gente dentro de las casas. A algunos les volvieron a recordar sobre la necesidad de evacuar, entre ellos a doña María Marleny Pineda, respondieron, pero salieron sin nada en las manos.
Al indagar al voluntario si debía indicarles que tendrían que dormir en los albergues de la parte alta, respondió que eso lo tenía que tener claro la población desde las reuniones previas de aviso del simulacro.
No se quedaron
Campesinos caminaban por la carretera y les respondían a los de la Cruz Roja que no podían abandonar el trabajo, las mulas cargadas confirmaban que no mentían. Hasta los escolares circularon por la vía, que supuestamente ya estaba evacuada porque venía la avalancha.
Esperanza Zapata, una recolectora de café, fue delatada por la bulla que hacían sus pequeños hijos por una ventana de la vivienda. Los socorristas la requirieron, y ante la insistencia de los pequeños no le quedó más que decir que terminaría de hacer el almuerzo, se los daría a sus hijos y subiría a la cita.
Mientras tanto, más policías y voluntarios, pero de la Defensa Civil, atravesaban la zona camino a la parte alta. Allí los supuestos heridos comían naranjas y charlaban, mientras los policías también conversaban, algunos socorristas se alimentaban y los de la Cruz Roja discutían sobre como debían ir las carpas para los evacuados.
A un costado de este movimiento, ocho personas de Viejo Rioclaro, tres adultos y cinco niños, esperaban sentados las instrucciones de las autoridades. Desconocían que tendrían que quedarse pasando la noche en Nuevo Rioclaro, no llevaban ropa ni cobijas ni elementos personales. Según los evacuados, en la vereda de la parte baja son unos 40 pobladores.
A las 6:25 de la tarde doña María Marleny confirmó vía telefónica que desde las 5:00 de la tarde la gente que había llegado a la parte alta comenzó a bajar. Nadie se quedó para dormir en las carpas instaladas. "La Policía está poniendo muñecos en el río, y la Cruz Roja y los Bomberos vienen haciendo bulla desde la vereda Llanitos, pero ¿cómo vamos a dejar solas las casas?, uno no sabe, por ahí hay mucho ladrón", dijo la mujer.
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