Con mucho gusto: buñuelos y natilla de ahuyama

Óscar Veiman Mejía

LA PATRIA Manizales

Despunta el día y en un paraje de la vereda San Pedro, en Anserma, resalta en un alto una pequeña finca en medio de cultivos de cebolla, plátano, café y mango. La casa de bahareque, pintada de verde y azul, esconde deliciosos y nutritivos secretos, revelados por sus antepasados habitantes.

Allí vive Amanda Calle, quien conserva las recetas de sus padres, Abelardo Antonio Calle y Rosa Amelia Gutiérrez. Su lista incluye buñuelos y natilla en ahuyama, esa planta de fruto redondo, pulpa amarilla y llena de semillas que crece casi en cualquier parte.

Ella se alista para recibir en esta Navidad a su hijo Mauricio Antonio, quien llegará de Chile con la esposa. La lista de invitados la completan su hermana y su hermano de Anserma, y la hermana de Manizales. Con ellos llegarán sobrinos, nietos, cuñados, amigos…

Por eso, el fogón de leña está listo. “Esa es la gracia que la natilla quede ahumada”, dice. Los ingredientes también están a la orden: auyamas, por supuesto, queso, colmaíz, azúcar, bicarbonato de soda y huevos, en el caso de los buñuelos.

Y para la natilla, plato preferido por ella, sus vecinos y familiares, los componentes están a la mesa: ahuyamas, ojalá pintonas; leche; maízena; azúcar; clavos y canela. “La ahuyama se deja hervir, no del todo, y luego se revuelve con el resto.

La señora comenta: “mis papás eran unos magos para todo lo que fuera preparaciones naturales, dulces, remedios, conocían mucho”. El primero de los Calle en llegar a la zona fue don Querubín de Jesús, el abuelo de Amanda nacido en Frenodia (Antioquia).

Todo el conocimiento de sus familiares se combinó con el saber tradicional de los indígenas emberá, que hasta hace un tiempo vivieron en el territorio. Solo con esta planta preparan, además de buñuelos y natilla, cremas y jugos.

“Esto lo hacemos desde que el diablo estaba chiquito, no solo con ahuyamas también con soya”, termina con una carcajada.