Fernando Gómez
LA PATRIA | VITERBO
Beto estaba vivo. Con esa noticia le llegaron al dueño del perro, quien reside en una finca de Viterbo (Caldas). Cuatro horas antes lo habían enterrado, pero su agregado llegó diciendo que apareció vivo, todavía con tierra en el cuerpo. En ese momento entendió que las ganas de vivir del animal merecían atención.
Días antes, Beto buscó pareja en fincas cercanas. Unos perros lo atacaron, hiriéndolo gravemente en el cuello. El animal desapareció y su dueño lo asumió muerto, tras buscarlo sin fortuna. Apareció tres semanas después del ataque, en estado agónico. El dueño, quien pidió no revelar su identidad, hizo lo posible por sanar las heridas, pero lo enterró tras un supuesto último suspiro.
Al animal lo enterraron en el cementerio de mascotas, ubicado en zona rural del municipio, y de allí fue que lo vio el agregado cuando salió de la tumba. Después de escapar, Beto fue renombrado como Lázaro. Ahora goza de buena salud, gracias a la medicación que recibió. Las heridas en el cuello están sanando.
Foto | Cortesía | LA PATRIA
El estado de Beto cuando apareció después del ataque.
Acudir a un veterinario
José Luis Díaz, veterinario del Centro San Bernardo de Manizales, aconseja que un profesional es el indicado para determinar la muerte de una mascota. "Es lo mismo con la muerte de una persona. El que firma el certificado de defunción es el médico, no la enfermera ni el que levantó el cuerpo". Agregó que cuando un perro es atacado, libera adrenalina, lo que lo deja en estado de shock. Por esta razón el dueño puede creer que está muerto.
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