
Laura Sánchez, Óscar Veiman Mejía y Rubén Darío López
LA PATRIA | Manizales
La foto que ilustra este artículo corresponde al estado actual de la escuela de la vereda Puerto López, en el corregimiento de Arboleda (Pensilvania) oriente de Caldas. El centro educativo lo cerraron hace 20 años.
La situación del plantel refleja, en parte la situación que vivieron familias de la zona ante la presencia de grupos ilegales armados. La vereda, a 30 kilómetros de la cabecera municipal, se quedó sin familias y por consiguiente la escuela sin alumnos.
La esperanza para los establecimientos de enseñanza resurge ahora que el Gobierno y las Farc firmaron, el 24 de agosto pasado, el Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera.
Y es que la población rural del país llevó la peor parte de las acciones en estos 50 años de conflicto. Basta con mencionar masacres, desplazamientos forzados de sus tierras, secuestros, extorsiones.
La educación, considerada derecho fundamental en la Constitución, también resultó golpeada sobre todo por quedar miles de niños campesinos por fuera del sistema educativo, ante la guerra y sus consecuencias, y con pocas opciones de desarrollo.
En el mismo Arboleda y por el mismo motivo cerraron las escuelas El Billar y Cabilditos. Esta última la reabrieron con pocos niños, gracias a la autorización de la Secretaría de Educación, pero es un símbolo de que las cosas pueden volver a empezar y ser mejores, por lo menos esa es la ilusión con el Acuerdo.
Plan Especial: Gobierno
En el Acuerdo, se dice que el Gobierno tiene el propósito de brindar atención integral a la primera infancia, garantizar la cobertura, la calidad y la pertinencia de la educación y erradicar el analfabetismo en las áreas rurales.
También se compromete con promover la permanencia productiva de los jóvenes en el campo, y acercar las instituciones académicas regionales a la construcción del desarrollo rural.
Los puntos
Para el desarrollo del Plan Especial de Educación Rural se tendrán en cuenta los siguientes criterios. Pase el cursor por la imagen.
En Arboleda (Pensilvania)

Duvel López, rector colegio Pablo VI
Es importante empezar con psicólogos y trabajadoras sociales para estudiantes y comunidad en general para que recuperen estima, identidad y fortaleza, que tenían antes de la toma al corregimiento. Que al colegio llegue personal idóneo porque el campesino está desmotivado y necesita incentivos, por ejemplo garantía para comercializar productos, no solo café. Además, vías en buen estado, becas universitarias en sus sitios de residencia para que no se desplacen, buenos recursos tecnológicos. Los jóvenes ven que la finca de su papá no da para vivir bien, por eso no se quieren quedar.
En Florencia (Samaná)

Fanny Ramírez, rectora colegio Pío XII
En el corregimiento tenemos buenas fortalezas en los estudiantes, pero somos un pueblo alejado y con poco apoyo. Ojalá sea la oportunidad para que resurja lo agropecuario con idea de negocio a través de la Universidad en el Campo como un buen proyecto pedagógico y que sea fortalecido el fondo Emprender. Qué bueno que los muchachos puedan entrar al campo universitario y laboral en su propio territorio y así no se vayan a empeorar el desempleo y la problemática social en las ciudades. Esta es una gran oportunidad en la que tenemos esperanzas porque hemos sufrido mucho.
Otti Patiño, desmovilizado del M-19 y asesor Cátedra para la paz U. de Manizales

Sobre los 13 puntos del Acuerdo para la educación rural, Otti Patiño, dice que es la muestra de que se incumple con asuntos constitucionales. Por ejemplo, cuando habla de asegurar cobertura, pues se supone que la escolarización es un derecho.
Añade que el acuerdo en educación, no solo rural, ameritaba un capítulo especial. “De todas maneras, están abiertas las puertas para desarrollarlos, ya que será una necesidad en el sentido que eso de incorporar regiones exige un esfuerzo educativo. No basta solo con la plata, esta la gente se la puede tirar.
Considera que los procesos educativos deben estar a cargo de instituciones tipo universidades que lleguen, como lo están haciendo algunas, a las zonas y conozcan los saberes de la comunidad para aprovechar en la elaboración de los pensun.
Considera que se debería tener un programa que de una vez por todas convierta a todos los campesinos en bachilleres, no solo a los desmovilizados. “En mi época todos los combatientes lograron estudiar, es más cerca de 40 mil campesinos también aprovecharon los programas”. Concluyó que es clave apoyar más a la mujer campesina, pues sus capacidades les abren posibilidades en programas no solo para ser enfermeras o secretarias.
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