"Les gens que vous touez se portent assez bien (aquellos que usted mata andan bastante bien)", famosa frase de la comedia francesa Le Menteur (El Mentiroso), escrita por Pierre Corneille en 1643. Se ha usado siempre con finura, a la vez que se ha prostituido su autoría. En castellano se adaptó primero como "los muertos que vos matáis gozan de buena salud", pero contrario a la comedia francesa hoy la frase se aplica a dramáticas situaciones reales.
En conversaciones y abordajes con personas de especial peligrosidad: simples sicarios, autores intelectuales, exreos y afines, salta a la vista que ellos también gozan de buen estado. Sin embargo, quienes mejor salud tienen son aquellos que jamás pagaron por sus crímenes, porque se ganaron el título de intocables ante la justicia.
Durante 12 años trabajé en Pereira (Risaralda). En una ocasión dialogué con un magistrado del Consejo Seccional de la Judicatura, con la intención de solicitar alguna medida que le permitiera a los reporteros judiciales hacer su trabajo sin ser agredidos, como ocurrió en varias ocasiones. En una en particular fueron dos los atacados, entre ellos una mujer.
Rápido nos hizo entender -a la reunión asistimos dos editores- que el asunto de la seguridad para todos era mucho más complejo. La capital de Risaralda es plaza difícil para el ejercicio de la justicia. En la conversación citó varios casos en los que jueces eran intimidados en la entrada del Palacio de Justicia, inclusive minutos antes de condenar a peligrosos jefes de la banda delincuencial Cordillera.
En su relato describió de qué manera se ubicaban en las afueras los compinches, parqueaban dos y hasta tres costosas camionetas y exhibían sus armas al cinto (pistolas con salvoconducto como lo podían probar si les hacían una requisa). Se atrevían además a llamar la atención de los juzgadores. Esos togados y togadas no tenían esquema de seguridad suficiente para defenderse.
¿Qué medida de protección podían esperar los periodistas si eso le sucedía a los jueces? Una situación frecuente en procesos judiciales desarrollados en esa ciudad era el alto grado de impunidad con todo tipo de investigados. No solo en casos de traquetos sino también de políticos. Tuve en mis manos un comprometedor audio en el que un alto funcionario de la Fiscalía ordenaba a investigadores desaparecer unas pruebas que implicaban al cónyuge de una dirigente política.
¿Cómo podría tener protección un periodista si tan siquiera a los jueces era posible garantizarles su seguridad? No creo exagerar si digo que para momentos específicos necesitaban un esquema tan complejo como el del expresidente Uribe.
En la odiosa comparación que debo hacer, y me han escuchado decirlo mis cercanos, en Caldas al menos hubo procesados y condenados por parapolítica y crímenes conexos. Pero en Risaralda a políticos, que aún permanecen en la dirigencia y mandando en el departamento, jamás los investigaron por el pacto de Beltrán que presidió como amo y señor Carlos Mario Jiménez, alias Macaco.
¿Y para qué decirle esto a los caldenses? Para que se hagan una idea de lo que puede suceder si un proceso judicial que se inicia en Manizales termina decidiéndose en esa ciudad. Algunos me podrían decir, quizás sin equivocarse, que es corrupción de la justicia, pero también acepto que no hay seguridad suficiente que la ampare. El asunto a tratar va más allá de descubrir en qué momento se tuerce una decisión judicial, sino las circunstancias que rodearon ese hecho.
Solo el periodista que como gladiador, está en la arena y ya exclamó: "el que va a morir te saluda", puede liberar su espíritu y producir lo que la mayoría con temor calla. El costo siempre será alto, porque al periodista puro y responsable no le pueden quitar su libertad, de manera que el delincuente, juzgado o absuelto, solo puede optar por quitarle la vida o, en el menos malo de los casos, reducirlo física o moralmente, con la garantía de que el nuevo crimen quedará impune. De cualquier manera, esos asesinos tan difíciles de procesar y de condenar gozan de mejor salud que aquellos a quienes señalaron con el pulgar hacia abajo.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015