Cuando traes a tu mente el valor de algo, ya sea un bien o un servicio, ¿inmediatamente visualizas una etiqueta con su precio? Si no coinciden, ¿conoces la relación que tiene uno con otro?
Seguramente llegaste a ver ese comercial de MasterCard donde mostraban precios de distintas cosas (comida, regalos, etc.) en una reunión familiar, y terminaba con el siguiente mensaje: “cuatro generaciones en una misma fotografía… no tiene precio”.
Normalmente, si queremos saber el precio de cualquier cosa preguntamos: “¿cuánto vale?”. Y justamente por eso solemos confundir precio con valor.
Y como quizás ya te vas dando cuenta, no son lo mismo.
Esta confusión puede traer consecuencias extremas a cualquier negocio. Imagínate que quieras incrementar el “valor” de tu producto o servicio, y en ese momento piensas en el “precio”. Pero tu clientela está descontenta porque no encuentra justificante a ese incremento.
Según las temporadas, los precios pueden bajar, pero esto siempre se debe realizar siguiendo una estrategia. Piensa que cuando tus clientes ven que ofreces descuentos a diestra y siniestra creen que entonces al final no valía tanto, logrando entonces una confusión con el valor del producto o servicio.
Por eso es muy importante conocer el valor real de lo que ofreces, y también la forma de comunicarlo.
A continuación te presento 3 diferencias entre ambos:
Tienes que aprender a comunicar el valor de lo que ofreces si realmente quieres competir, ¡no lo olvides!
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