Fotos | Fredy Arango | LA PATRIA
Que no se pierda la lengua emberá-chamí es el clamor en comunidades indígenas de Caldas como el Resguardo de Totumal en Belalcázar, municipio del Bajo Occidente.
Óscar Veiman Mejía
LA PATRIA | Manizales
Ewarisii (amaneció)
El miércoles es especial en la comunidad indígena de Totumal. Los 58 niños emberá-chamies de la pequeña escuela, de dos salones para preescolar, primero y segundo, repasan escritura y pronunciación: pisoe (caracol), nee (oro), niu (familia), kiruu (hoja), drua (tierra), jai (espíritu), banin (agua), kare (ave)...
Para ellos, lo mismo que para autoridades educativas y étnicas de Caldas, la lengua es la vida de estas comunidades. En términos prácticos y lógicos es lo que habla por ellos, si la conservan salvan su cultura y su subsistencia, pues está entre los requisitos que el Gobierno Nacional mira para darles reconocimiento. Sin embargo, hay voces de alerta: "se está dejando de hablar y eso es grave", coinciden.
Los miércoles, desde las 7:30 de la mañana hasta la 1:30 de la tarde, los escolares con sus tres profesores refuerzan la identidad cultural. En la clase de historia recuerdan que el Resguardo fue fundado en 1969 por colonos llegados de Mistrató (Risaralda). Los primeros pobladores, con permiso del dueño de una finca donde trabajaban, empezaron a sembrar yuca, plátano y café alrededor de las casas.
En la actualidad en el departamento hay un proyecto por cuatro mil millones de pesos. La pretensión es salvar lo que queda de la lengua emberá-chamí y de ir más allá: rescatarla.
Jai (espíritu)
Víctor Alonso González tiene 26 años, hace 3 es etnoeducador y estudia noveno semestre de Licenciatura en Educación en la Universidad Tecnológica de Pereira. "Cada día luchamos por conservar nuestra identidad como lo dice la Constitución de Colombia. Lo que pasa es que necesitamos más herramientas para eso, como ampliar nuestra escuela".
El docente terminó el bachillerato en el colegio Cristo Rey de Belalcázar, municipio del Bajo Occidente de Caldas donde está ubicado el resguardo de Totumal, justo en un ramal de la cordillera Occidental. Desde allí se divisan los verdes de los pastos y sembrados de caña de azúcar, arropando techos de teja y cinc, todo adornado por el Valle del río Risaralda.
El profesor habla español y embera-chami, sus alumnos también. En el caso de estos últimos las dificultades son para escribir y pronunciar. "Pero el gran problema es cuando pasan al bachillerato porque en muchas ocasiones no hay quien les enseñe sobre la lengua materna", dice el etnoeducador.
Julio Orlando Arias, supervisor encargado de proyectos etnoeducativos de la Secretaría de Educación de Caldas, anuncia que un objetivo de la iniciativa, presentada ante Planeación Departamental, es que en bachillerato también se asegure la enseñanza del emberá, en los 10 municipios donde vive esta población. "Además, estamos dictando de a dos cursos y un diplomado a indígenas y afro de todo el departamento".
Ayadaa (de día)
Los 280 niños de Totumal tienen una estrecha e irregular cancha de fútbol, único espacio para la diversión. No tienen parque, lo que consideran una gran necesidad. Corren por caminos que comunican sus viviendas. Urrisi (grillo), kuraduu (frío), eterr (gallina), chachá (papá), jemenese (!juega¡) están en su lenguaje diario.
Víctor Alfonso dice que su plan es seguir al lado de la comunidad, inclusive apenas reciba la licenciatura. "Queremos que nuestros niños y jóvenes dominen tres lenguas: embera, español y el inglés".
Las comunidades indígenas tienen autonomía desde 1890, basados en la Ley 89 de ese año que protege su lengua. En el 2010 el Gobierno Nacional promulgó la Ley 1381, también para la defensa de lengua de los grupos étnicos como indígenas y afro.
"De todas maneras, ellos deben incluir en su proceso de enseñanza las materias que ordena el Ministerio de Educación, es decir, las que se imparten normalmente en los colegios", indica el supervisor.
Por eso, los lunes, martes, jueves y viernes los niños de la escuela de Totumal entran a clases de sociales, ciencias naturales, ética, valores, matemáticas, español.
Yatade (hace rato)
Se calcula que en Caldas hay 80 mil indígenas, de los cuales una minoría habla la lengua materna, en un departamento donde la gran mayoría de su millón de habitantes habla español. "Son pequeñas poblaciones, pero su lengua lo que hace es enriquecer la cultura caldense", comenta Óscar Betancur, jefe de la Unidad de Etnias de la Gobernación.
El etnoeducador: "Para nosotros es muy importante que nuestros niños estén por el camino de comprender la realidad de ser embera. Hay municipios donde no se habla la lengua materna y se presentan como indígenas. Aquí seguimos en la lucha por mantener esas raíces".
El profesor saca la cartilla de tercer nivel para mostrar orgulloso las palabras que pronuncia desde su infancia y hoy replica en clase: warr (niño), barrea (río abajo), arra (balsa), joma (todo), totoe (gallina ciega), chora (anciano)...
Betancur añade: "En Caldas hay unos 20 etnoeducadores bilingues, pero hay otros que conocen la cultura y también aportan en la transmisión de esas costumbres en centros educativos donde estudian indígenas, independiente de que lo hagan fuera de su territorio".
Waya (otra vez)
En Totumal viven 800 personas en 110 casas, que van quedando en la sombra mientras el sol se oculta detrás del cerro Tatamá, luego de que mujeres y hombres regresan de recolectar frutas y arar la tierra en fincas vecinas.
Ellos, como el resto de comunidades indígenas y negras de Colombia, sufren por la amenaza de desaparición de sus lenguas, y más complicado aún de sus culturas.
El historiador Víctor Zuluaga, magister en ciencias políticas de la Universidad Javeriana, dice "El Ministerio de Educación tiene claro que la amenaza es para decenas de lenguas maternas".
Para el profesional es posible que si no se corre a tiempo, quizá pasen a los historia vocablos como dowii (remo), wera (mujer), karr (raíz), jua (mano), joesii (molesto).
Zuluaga explica: "El fenómeno se da por la expulsión de estas poblaciones de sus territorios. Y no es en gran medida por la violencia, es por las pobres condiciones de vida que tienen. Les toca salir de sus resguardos y acomodarse a la ciudad, donde la vida también es muy difícil para ellos, pero prefieren no regresar".
Recuerda que en otro tiempo el chamí comprendía amplios terrenos del Bagadó, Pueblo Rico y Mistrató, entre Chocó y Risaralda, donde los indígenas tenían espacio suficiente para la recoleción, la caza y la pesca. "Ahora, los resguardos son pequeñas porciones poco aptas para la actividad agropecuaria".
La solución: el historiador recomienda lo que los mismos líderes indígenas solicitan, que es mantener la cohesión social con programas en educación, salud, deporte, cultura.
Bertulfo Morales, dirigente del Totumal, dice: "es que somos muy pobres, fuera de eso no tenemos tierra, necesitamos un colegio grande dentro del Resguardo, un puesto de salud, pero con personal permanente. Queremos una cancha adecuada y un gran parque".
El actual gobernador de Caldas, Julián Gutiérrez, promete: "Invertiremos en la recuperación de los saberes tradicionales y costumbres, en especial en las comunidades originarias y negras".
Todas estas voces son para que los emberá chamies que viven en Caldas no tenga que decir un día la frase: sasa bida (indígena que ha perdido su idioma/cultura".
Gente de la cordillera*
Chamí o Emberá-Chamí es un grupo étnico indígena colombiano que habla un dialecto de la lengua Emberá: Chamí quiere decir "cordillera" y embera significa gente.
Los chamí son la gente de la cordillera por oposición a los Emberá que viven en las selvas de las llanuras del Pacífico y a los Embera-Katío, que habitan las cuencas de los ríos de Urabá y el Alto Sinú.
Viven en distintas comunidades andinas en Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío y Valle del Cauca.
* Tomado de wikipedia.
El profesor Víctor Alonso González, clave en Totumal para conservar el emberá-chamí.
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