UNIDAD DIGITAL
LA PATRIA | MANIZALES
Puedo ser de lo peor
simplemente porque soy tan frágil
como una luciérnaga
atrapada en un puño.
Así comienza el poema Confesión que tanto le gustaba a Orlando Sierra Hernández, de su puño y letra.
El exsubdirector de LA PATRIA parecía reconocer, con humildad, el temperamento fuerte que le hervía en su sangre santarrosana y la impulsividad que lo llevaba a perseguir con un zapato en la mano a aquel periodista que no había aprendido la lección del buen oficio.
También sabía que su talante y obstinación por la verdad lo enfrentaban a una realidad que le llegó a la 1:50 de la tarde del 30 de enero del 2002 encapsulada en dos tiros en la cabeza. La muerte se lo llevó dos días después, hace 12 años exactamente.
Su mamá, Marina Hernández; un colega de trabajo, Álvaro Segura, y un compañero de tertulias literarias, Carlos Augusto Jaramillo, deshicieron algunos pasos recordando a Orlando. “El hijo, el padre, el poeta, el eterno novio, el compañero de oficina; el hombre coherente, radical, fino, agudo, anticlerical sin ser irreverente, crítico y consecuente”, como lo describió hace dos años un lector asiduo de su columna Punto de Encuentro.
Los invitamos a que vean estas memorias para reencontrarse con él.
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