EQUIPO LOCAL
LA PATRIA | MANIZALES
Julián Andrés Quintero ama a Valeria. Y Valeria es él, pero con botas o zapatos tacón puntilla de hasta 12 centímetros de alto, peluca de cabello negro, pestañas postizas largas, uñas de manos y pies pintadas, aretes, lentes de contacto grises, labios rojos y ropa ceñida al cuerpo.
A Julián y a Valeria les encantan las faldas cortas, las blusas apretadas y los colores vivos. De día, Julián estudia un curso de mercadeo y ventas, integra un grupo que lucha por la defensa de los derechos de la comunidad LGBTI y ayuda a su madre en los quehaceres hogareños. “Poco o nada me importa el qué dirán. Estoy orgulloso de ser transformista. Lo que pasa es que la gente no está educada. En Manizales son muy conservadores”, explicó el joven, de 25 años.
Por cuestiones de la naturaleza, relata, Valeria no sufre a la hora de afeitarse y depilarse las piernas, es lampiña. Tampoco por su tono de voz, es suave y femenino, mucho menos por las facciones, pues las tiene delicadas. “A los 14 años me empecé a dar cuenta de mi inclinación homosexual y años después un amigo me preguntó que si me quería transformar. Eso es lo máximo. Era un sueño hecho realidad. Valeria significa mucho para mí, me encanta, me hace sentir muy bien”, relató orgulloso. En los últimos seis años Valeria se ganó los concursos de Miss Universo Transformista, virreina Miss Mundo Transformista y primera princesa en otra versión de este último.
Valeria no está presente en todas las noches de Julián. Camina la calle y asiste a actividades muy de vez en cuando. Solo acude a eventos de renombre entre su círculo social y a donde llega le gusta levantar “polvo”. El pasado domingo Valeria participó en el desfile del Orgullo gay. Fue un día en el que se puso la pinta de “luces” e invitó a la ciudadanía a aceptar otras formas de vida y sexualidad. “Uno no pide ser así, son condiciones de vida. Debemos aprender a aceptarnos, a respetarnos, a entendernos. No le hacemos daño a nadie”, sostuvo Julián.
De lucha y reconocimiento sexual sin temores habla Diego. Nunca ha querido ser mujer, descarta una operación de cambio de sexo porque dice que las mujeres viven maluco, las joden todo el tiempo y su pelea es más difícil que la de los gay. “Con las mujeres hay una represión más seria. Las parejas gay se vuelven hartas cuando alguien quiere hacer el papel de mujer”.
Su vida desde adolescente la ha pasado entre amigos heterosexuales y homosexuales, pero desde los 12 años supo que quería a un hombre. Logró esta meta y actualmente tiene una relación de 18 años, tan seria, que sostiene que lleva un muy buen matrimonio.
Se conoció con su pareja en un bar heterosexual de Manizales ubicado en El Cable, comenzaron con conversaciones muy intelectuales y en medio de ellas encontraron puntos comunes, aunque tienen formaciones en disciplinas muy diferentes. “La primera pelea fue por un tema de cultura”, recuerda Diego.
En su casa siempre supieron de su inclinación homosexual, nunca lo ocultó ni sintió temor. Con una mujer llegó hasta “primera base”, es decir hasta darle un beso, pero no le gustó y prefirió retirarse. Su mejor amigo fue el “más perro en el colegio”, y por eso no cambió su decisión ni intentó intervenir en su orientación sexual.
Sube el tono de su voz y sus facciones extremadamente masculinas se fruncen cuando habla de la represión y la pérdida de derechos de la comunidad LBGTI. Se declara un abanderado de la causa, aunque sea desde Manizales, una ciudad en la que no se puede andar abrazando o besando en público a su pareja; sin embargo, reconoce que aquí hay respeto por esta comunidad, mas no tolerancia.
“Tengo muchos amigos gay, pero siempre habrá miedo. El señalamiento religioso, el temor a estar pecando, la familia que esconde al marica de la casa, la gente que mira raro y con ojo acusador. Sin embargo, no recuerdo a nadie que me haya insultado, creo que el problema comienza por la autocensura, el resto del mundo se tiene que concienciar que los gay tienen derechos, pero hay quienes piensan que la homosexualidad es la enfermedad más contagiosa”.
Diego no olvida que pasó momentos malucos cuando lo querían despedir de un trabajo por su condición sexual. Luchó hasta que le tuvieron que reconocer el tiempo que estuvo por fuera y hasta lo reengancharon.
Lloró cuando se aprobó el derecho patrimonial para las parejas homosexuales. “¿Por qué se puede pensar que porque yo herede lo que he trabajado con mi marido toda la vida va en deterioro de la familia?, es como si el gay no pudiera tener bienestar y se equivocan porque somos una fuerza económica, tanto que hasta hay una oficina de turismo gay en una agencia de viajes”.
Recuerda que por fortuna existe la ley, aunque es consciente de que en Colombia es muy tibia. “La Corte y el gobierno se lavaron las manos con el matrimonio entre parejas del mismo sexo y la adopción al dejarlo para 2013”.
Diego recibe una llamada de su pareja. Lo delatan la voz que se le suaviza y sus palabras cariñosas. Al colgar y volver a hablar de su relación dice que después de 18 años juntos sigue siendo muy divertida. “Pasamos muy bien juntos. Ha sido ejemplarizante e impactante. Eso les da esperanza a las parejas gay y da cuenta de que el amor existe, ha sido una vida muy bonita y agradable”. Contrario a lo que ocurre con los transexuales, que son como los parias. “El trans quiere ser mujer, un gay solo quiere estar con un tipo. Por eso es obligación de la comunidad gay defenderlos. Al trans la única opción que le queda es prostituirse”, concluye Diego.
Glee club es una serie de televisión americana cómico-musical, emitida por el canal Fox que desarrolla una trama en el instituto William Mckinley y se centra en los integrantes de un coro, conocido como New Directions. Basados en esta serie y tomando su mismo nombre, unos 20 amigos homosexuales de Manizales, entre 16 y 20 años, decidieron crear su propio grupo hace dos años.
Unos lucen su pelo de color azul o dorado, con cortes tipo Emo o crestas, ropa ceñida al cuerpo y rostro maquillado.
Brayan, de 19 años, es uno de los creadores. “Todo empezó en la casa de un amigo. Nos reuníamos los fines de semana y compartíamos cosas en común, pero con el tiempo todos empezamos a traer más amigos”, de esta manera fue creciendo el grupo hasta llegar a 60 integrantes.
El joven cuenta que las actividades y planes para los fines de semana del grupo Parche Glee Manizales se programan por Facebook. Se recrean, juegan, van a cine, hacen camping y rumbean. “Si alguno tiene un problema lo ayudamos. Por ejemplo, cuando un compañero cuenta en su casa que es gay, en algunas ocasiones le pegan o lo echan. Entre nosotros nos aconsejamos, estamos en las buenas y en las malas, como hacen los buenos amigos”, asegura Brayan.
Para Mauricio, que tiene la misma edad de Brayan, la esencia del grupo es ser visible a la comunidad, porque se identifican abiertamente como homosexuales. “También hemos tenido problemas y rivalidades entre nosotros. En alguna época entre compañeros empezaron a quitarse los novios y nos tocó sacarlos del Parche, desde ese momento somos menos”.
Como grupo y personas homosexuales dicen haber sido víctimas de maltrato y agresión, aunque para esto tienen un lema: “no somos machos, pero sí muchos. No nos dejamos atracar ni pegar, entre todos nos defendemos, esa es una razón por la que nos sentimos protegidos”, dice Brayan.
“Soñamos con tener una pareja, comprometernos y tener una vida normal como cualquier par de seres humanos que se aman”, cuenta Cristian, otro integrante.
Armario Abierto nació en el 2010 por idea de una transgenerista que trabajaba en la Galería y estaba vinculada al comercio sexual. “Por primera vez en Manizales hicimos una marcha del orgullo gay y al tener tan buena respuesta conformamos el grupo”, cuenta Vanesa.
La creadora de este grupo murió hace cinco meses, la silicona que tenía en sus glúteos se le explotó, le pasó a otros órganos y murió.
Armario Abierto trabaja por la identidad sexual y de género, de ahí que las personas que lo integran son desde heterosexuales hasta bisexuales, transgeneristas, homosexuales, lesbianas. Funciona con 40 personas que se reúnen todos los miércoles en la Universidad de Caldas, a las 5:30 de la tarde.
“Las actividades son ciclos de cine, encuentros para hablar de sexualidad, talleres de formación, marchas y manifestaciones. Les seguimos la pista a los derechos humanos, hacemos denuncias formales y públicas en los casos en los que la Policía abusa de la autoridad con las mujeres trans, uno de los sectores más violentados ”, expresó Vanesa.
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