En la impunidad siguen los homicidios de quince periodistas de Buenaventura, trece de los cuales ocurrieron en los últimos 20 años.
Desde 1942, cuando fue asesinado Alfonso 'Manco' Castro, quien laboraba en el semanario El Puerto, hasta el 2003, año en el que murió William Soto Cheng, ninguno de los homicidios ha sido resuelto por la justicia.
A lo anterior se le suma este año el caso del camarógrafo de televisión, Yonni Steven Caicedo, que previamente había tenido que salir de la ciudad por amenazas de muerte. Al regresar fue asesinado el 19 de febrero en el barrio Caldas. El joven era hermano de Sonia Caicedo, directora de un noticiero local de televisión por cable.
Entre los crímenes sin resolver están los de Ramiro Ariza, corresponsal de El Caleño; Lides Renato Batalla, director del semanario La Batalla y concejal; Guillermo Gómez, corresponsal de El País y El Espectador; Eusebio Muñoz, político y periodista, director de un programa radial y un semanario; Bienvenido Lemos, periodista de Radio Buenaventura; Carlos Benítez, periodista de Radio Buenaventura; Fabio Grisales, periodista y directivo de la Cámara de Comercio; Jorge Enrique Urbano, periodista de la emisora Mar Stereo y corresponsal de El Caleño; los hermanos Heriberto Cárdenas y Jairo Cárdenas y Américo Viáfara.
La lista de periodistas víctimas de la violencia se engrosa con camarografos de televisión que han sido asesinados en Buenaventura y otros que han tenido que abandonar el país por amenazas.
Las recientes amenazas de muerte, atribuidas a la banda 'los Urabeños', afectan a cuatro periodistas que viven en esta ciudad que están de nuevo en la mira de los violentos.
Pero los reporteros también se ven afectados por situaciones como las fronteras invisibles. En los últimos años, varios de ellos, especialmente camarógrafos y fotógrafos, se han visto intimidados por actores armados que los han amenazado con atentar contra su vida si ingresan a los barrios donde se han producido hechos criminales, capturas y otros operativos policiales.
"Me recriminaron porque ingresaba al barrio Antonio Nariño. Que si me volvían a ver por allá no respondían por mi vida", dijo uno de los trabajadores de la información que pidió reserva de su nombre por temor a represalias.
Igualmente, se conoció que en los últimos días varios hombres sospechosos han merodeado las instalaciones de medios radiales y escritos en el puerto.
Recientemente, grupos de periodistas han sido amenazados por miembros de bandas en los barrios Viento Libre y Pueblo Nuevo.
"Esto sucede en una de las regiones más difíciles para ejercer periodismo, no solo por el clima de violencia que vive el puerto del Pacífico, sino por la desatención de las autoridades ante las amenazas que denuncian los periodistas", señala la Fundación para la Libertad de Prensa, Flip.
Por ejemplo, el camarógrafo Javier Eduardo Sánchez denuncia que a pesar de las denuncias presentadas ante la Fiscalía en el mes de agosto del año pasado, luego de salir ileso de un atentado contra su vida, su caso se encuentra archivado.
Sobre estos hechos, la Policía se ha comprometido a tener un acompañamiento a los periodistas para garantizarles su vida y el cumplimiento de su trabajo, como ocurrió tras las amenazas que el fin de semana llegaron a reporteros de El Tiempo, Radio Buenaventura, Voces del Pacífico, El País y Q'hubo.
De hecho, en Radio Buenaventura trabajaron una gran parte de los periodistas asesinados en las últimas décadas: Guillermo Gómez, Lides Renato Batalla, Jorge Enrique Urbano, Carlos Benítez Palomares, Eriberto Cárdenas, Bienvenido Lemos y Willian Soto.
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