
Tras cuatro audiencias con víctimas en la mesa de conversaciones, pocos pero duros pronunciamientos han protagonizado las jornadas en las que sin debilitar su discurso “revolucionario”, las Farc han admitido responsabilidades en el marco del conflicto.
Uno de estos casos fue el de Constanza Turbay, quien perdió a toda su familia a manos de la guerrilla y recibió por parte de Iván Márquez, un arrepentimiento que consideró “sincero y de corazón”.
A esto se suma que por primera vez en su historia la guerrilla de las Farc admitió en Cuba su responsabilidad en actos que afectaron a la población civil a lo largo del conflicto armado.
El ‘mea culpa’ de la insurgencia se dio en momentos agudos de polarización política en el país, buscando silenciar algunos frentes de los críticos del proceso, que pese a los esfuerzos de las partes, insisten en la falta de seriedad en la negociación.
De manera paralela y con total hermetismo, el gobierno y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), se reúnen en secreto en diálogos exploratorios, en donde buscan fijar una agenda para iniciar una eventual negociación.
Incluso una semana atrás, a través de un comunicado, esa guerrilla aseguró que habría sido mejor informar al país sobre los avances de los diálogos exploratorios para darle mayor participación a la sociedad.
Lo que sorprendió fue que uno de los máximos exjefes del ELN, Francisco Galán, cuyo verdadero nombre es Gerardo Bermúdez Sánchez, pidiera perdón a un miembro del Gobierno víctima del conflicto armado en el país.
Galán, quien cumplió con una pena de 17 años en prisión y permanece como militante inactivo de esa guerrilla, le entregó una botella de vino al ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, como símbolo de reconciliación por el crimen de su padre, Jorge Cristo Sahium, ordenado por este grupo guerrillero en 1997 en Cúcuta.
“Como hijo del señor Jorge Cristo Sahium, a quien el Eln dio muerte el 8 de agosto de 1997 en la ciudad de Cúcuta, perdón; pero también quiero expresarle mi acto de reconciliación no sólo con usted como persona y a su familia, sino, a usted como ministro de Estado y como institución, perdón”, afirmó Galán.
Precisamente por ser un miembro de alto nivel del gobierno, se teje entre líneas un mensaje para el Gobierno Nacional, en medio de la recta final que se constituye en los diálogos de paz en La Habana.
Para el Director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, Jorge Restrepo, “lo que Galán hizo fue sentar un ejemplo y un mensaje a los negociadores de Cuba, para que vean que son los grandes cabecillas y comandantes los que deben pedir el perdón a las víctimas”, señaló.
Pero la respuesta que dio el ministro Cristo fue aún más diciente, al señalar que durante los 17 años desde el asesinato de su padre, no ha tenido “la oportunidad de conocer la verdad, y yo creo que la verdad es la que nos libera a todos de una cadena muy pesada, más que cualquier solicitud de perdón”.
Con esto, como víctima y como ministro, el jefe de la cartera Política sentó la posición del Gobierno y de los más de siete millones de afectados, de no solamente recibir un perdón, sino un esclarecimiento de la verdad como mínimo de reparación.
“Los actos de arrepentimiento de las guerrillas se han dado en una situación de gran conveniencia, pero eso no permite conocer la verdad. No es suficiente con pedir perdón, el asumir responsabilidades debe estar acompañado con una explicación de qué fue lo que le pasó a esas víctimas”, señaló Restrepo.
El ambiente para la reconciliación nacional no mejora, pues en las últimas semanas el asesinato de dos indígenas en Toribío (Cauca) y el secuestro de dos soldados en Tame (Arauca), enturbia el apoyo de la opinión pública a los diálogos de paz.
Aunque el presidente Juan Manuel Santos se comunicó personalmente con las familias de los uniformados para prometerles su liberación, la insurgencia insiste en que son ‘prisioneros de guerra’, por lo que negociarán su libertad.
Para el analista político de la Universidad de la Sabana, Cristian Rojas, es un mensaje errado por parte de las Farc, que deberá disminuir paulatinamente su actividad, cumpliendo con la promesa de no secuestrar más personas en medio de la negociación.
Este mismo factor deberá acordarse con el ELN de cara a la materialización de otro proceso de paz en el que “más que perdones optimistas, se necesitarán muestras reales de paz”, concluyó el analista.
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