
Son comunes a animales y seres humanos, aunque con unas excepciones mínimas. En el caso de los vertebrados, todos bostezan menos la jirafa y la ballena. Sin embargo, cuando de estornudar se trata la iguana es la reina, ella lo hace con más frecuencia que el resto de los animales.
Se sabe entonces que tanto en ellos como en nosotros bostezar y estornudar son mecanismos de defensa y protección. En los seres humanos ambas acciones pueden generar algún tipo de placer y aunque en los animales no sabemos todavía, lo que sí está claro, en el caso de los bostezos por ejemplo, es que los chimpancés los usan como una señal de empatía entre sí.
¿Y en las personas? Nada qué ver, para nosotros bostezar es estrés, cansancio, aburrimiento, hambre o absoluta relajación.
Así se refiere el neurólogo Luis Alfredo Villa a los bostezos, a los que se le atribuye, además, la activación de ciertas zonas del cerebro.
"Uno de los descubrimientos recientes es que al bostezar se registran cambios de temperatura en el cerebro y eso sería un factor protector, algo similar a lo que ocurre con el ventilador de los computadores", señala el experto.
Se sabe también que el bostezo es una forma de exhalación de dióxido de carbono. Cuando se come copiosamente, producto del metabolismo de los carbohidratos, hay mucho dióxido de carbono que se elimina en la exhalación, por eso bostezar con cierta regularidad es consecuencia de una comida abundante.
"Los bostezos aparentemente tienen mucho qué ver con el sistema anímico, entonces tanto la regulación del humor y el apetito son auxiliados por neurotransmisores, cuando estos se activan en el cerebro aumenta la frecuencia de esta acción, a la vez que la producción de endorfinas reduce su frecuencia", indica Villa.
De ahí que sentimientos como aburrimiento y rechazo vengan acompañados de bostezos, y en la alegría y la euforia haya poco de ellos.
Esa es una de las funciones de los estornudos, los bostezos y hasta los suspiros. Según el internista Jorge Mario Villa, todos son mecanismos de defensa del cuerpo para limpiar o dar mantenimiento a la vía aérea, a los pulmones.
"Cuando el cuerpo entiende que hay una sustancia nociva, tose o estornuda. Los ácaros, los virus, las bacterias y el polen son los mayores generadores de este tipo de estímulos", explica el internista.
Así las cosas, un estornudo es un acto reflejo convulsivo donde se expulsa aire desde los pulmones por la nariz y algunas veces por la boca. Técnicamente, "es el producto de una contracción abrupta y espasmódica de los músculos diafragmáticos y de los intercostales para expulsar un elemento irritativo", explica el neurólogo.
Y aunque incomprendidos y todavía misteriosos, no cabe duda de que estornudar o bostezar además de generar un cierto placer, resulta divertido pues cada persona tiene su estilo particular, basta con escuchar ese simple ¡aaaachú!
• Bostezamos, de manera apenas consciente, unas 250 mil veces a lo largo de la vida.
• Los bebés lo hacen en el vientre desde las semanas 12 a 14 de gestación.
• Los antiguos griegos creían que durante el bostezo el alma intentaba dejar el cuerpo.
• Un bostezo por lo general dura seis segundos y nunca se puede hacer a medias.
• No se bosteza con la cabeza derecha, siempre se inclina hacia atrás y tienden a cerrarse los ojos.
• Algunas veces los bostezos van acompañados de lagrimeo y aumento de la saliva.
• Es muy difícil mantener los ojos abiertos mientras estornuda.
• Es casi imposible estornudar sin mover la cabeza hacia delante.
• El aire sale por la nariz a una velocidad promedio de entre 50 y 70 kilómetros por hora.
• La saliva que acompaña al aire puede cubrir un área de unos 7 metros cuadrados.
• Los griegos los consideraban una señal de dioses y un presagio.
• La costumbre de exclamar ¡salud! comenzó en el año 590, para combatir la peste en Europa. Funcionaba como una oración para bendecir el lugar y evitar el desarrollo de la peste. También estigmatizaba a quien acababa de estornudar como si fuera portador de enfermedad.
• El reflejo del estornudo hace que se contraigan los músculos desde los párpados, hasta el esfínter.
• No es posible estornudar durmiendo.
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