
Fotógrafo de profesión y pintor, Óscar Martínez, santandereano de arraigos, sonrisa sincera y amabilidad a toda prueba, es fotógrafo experto del Centro di Studi Tecnici Cinematografici e Fotografici de Florencia, Italia; ha realizado numerosos trabajos publicados en libros como ‘Santander, testimonio fotográfico’ (1989), ‘Barichara, romance de piedra y barro’ (1977),‘Bucaramanga, el color de la alegría’ (2000),e innumerables exposiciones, la más reciente titulada ‘Pachamama’, entre los meses de julio y agosto en el Club del Comercio de Bucaramanga, donde pudimos ver el Cañón del Chicamocha no solo con la perplejidad acostumbrada, sino con esa magia que nos hace sentirlo distinto, más maravilloso.
De manera general, frente a una obra de gran factura y alcances estéticos inusitados, es necesario saber cómo llega la pintura al espacio de un fotógrafo de sólida formación. Al respecto, el maestro Martínez afirma:“El arte no me llegó como vocación; simplemente sucedió. Cuando comencé con la fotografía, descubrí que, más allá de hacerle estudios a reinas y sacar fotos para documentos de identidad, la fotografía me permitía mostrar otras caras de Santander, sus paisajes, su gente, el mundo en que yo vivía. Como muchos de mis amigos eran y son artistas (Guillermo Espinosa, Jorge Iván Arango, Máximo Flórez y Ricardo Alipio Vargas, entre muchos otros), me inquietaba la pintura, y un día me lancé. Mi obra está compuesta por fragmentos de mi vida y de mi entorno; es algo que sencillamente me nace representar”.
Las obras de su reciente exposición, además de dejarnos ver un Chicamocha diferente, nos obligan a preguntarnos por el proceso creativo de este trabajo. Al respecto, el maestro nos dice: “El proceso creativo nace del amor que siento por mi patria chica, Santander. Hay elementos muy distintivos de la geografía del Cañón con los que suelo trabajar. Con estas figuras y estos paisajes comienzo a recrear historias; pongo a jugar mi imaginación. De la idea sale un boceto muy sencillo, nada técnico, que me sirve de base para comenzar el cuadro. Cuando ya tengo un esquema, comienzo a pintar, aunque a veces en el proceso surgen nuevas ideas. Me gusta pintar en la mañana, cuando tengo buena luz. Cada uno de mis cuadros tiene una historia, pasada o reciente, real o imaginada. El trabajo pictórico presentado en esta exposición, básicamente, es un homenaje a la ‘Pachamama’–o Madre Tierra–, circunscrito a un área muy específica de Santander: la zona semiárida del Cañón del Chicamocha. Cabras, cactus, piedras, tierra ocre, cielos azules y la presencia metafórica del hombre a través de los muros de tapia pisada son los elementos con los que realizo este trabajo. Es una obra figurativa que ha buscado recrear ese entorno geográfico, lleno de energía y magia”.
Con una visión renovada del Cañón del Chicamocha y la certeza de estar frente a obras que trascienden las miradas cotidianas, Óscar Martínez, como los grandes maestros, se constituye en la mirada mágica que nos permite ver nuestras esencias, más allá de los entornos conocidos, que proyectan nuestra comprensión de lo que somos, con un diálogo frente al mundo más seguro, más auténtico y lleno de confianza del futuro mejor, que necesitamos construir.
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